Feligreses coclesanos contemplaron las cenizas de Mons. Uriah en Capilla Ardiente

Feligreses coclesanos contemplaron las cenizas de Mons. Uriah en Capilla Ardiente

PANAMÁ. 1 DE DICIEMBRE DE 2020. Las cenizas de Monseñor Uriah Ashley Mclean estuvieron en Capilla Ardiente en la Catedral San Juan Bautista de Penonomé, desde las 10:00 a.m. hasta las 5:00 p.m., momento en que feligreses y el clero de la Diócesis, según el aforo del templo y siguiendo las medidas de bioseguridad pudieron contemplarle.

 

En una Eucaristía presidida por el Colegio episcopal, Colegio presbiteral  y demás ministros de la diócesis, señalaron “celebramos esta Eucaristía en acción de gracia por la vida que Dios le regaló a nuestro Obispo Monseñor Uriah Ashley, primer obispo de esta diócesis y le queremos agradecer profundamente todo su pastoreo de paciencia que estuvo con todos nosotros clero y fieles”.

 

Una referencia muy importante de tantas virtudes que lo identificaban a él, “era su paciencia en todos los actos litúrgicos, no dejaba ningún rito sin poderlo celebrar, recalcaron.

 

Monseñor Uriah, fue un gran maestro en todo el sentido litúrgico, es ahí donde nosotros tenemos que centrar  las huellas que quedan imborrables en la vida del clero como de los fieles de la diócesis de Penonomé.

 

Aprovecharon para destacar, que el aprendizaje fue mucho y grande, es evidente que a nosotros nos entristece cuando un ser que hemos conocido, hemos trabajado juntos se va de esta vida pero nos da alegría es que va para el cielo.

 

Monseñor Uriah le tenia mucho amor a la Virgen, haciendo referencia a las palabras del Padre Teófilo, recordaron “que interesante que Monseñor Uriah le encantaba llevar junto al pecho una medallita de la Medalla Milagrosa siempre, que bien que en vísperas de la Medalla Milagrosa Uriah fallece, quiere decir que la Virgen lo sacará y lo llevará a la gloria del cielo”.

 

Se enojaba como todos pero tenia una virtud grande, se le pasaba rápido, solo bastaba con que se le contara un cuento  y volvía a reír, el enojo y lo malo que había pasado, se le olvidaba; esto es un indicador de que conocía la palabra a profundidad, indicaron.

 

Queremos decirle a Monseñor Uriah, muchas gracias por tanta paciencia con el clero y con los fieles, ¡Animo que el mundo eterno no se ha acabado! Decía.