Reflexión en TE DEUM / 3 de noviembre 2016

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REFLEXION EN TE DEUM / 3 DE NOVIEMBRE DE 2016.
Iglesia San Francisco de Asís (Casco Antiguo)

ORACIÓN PATRIÓTICA

Saludamos a Felipe Baloy, abanderado de hoy 3 de noviembre, y en él a toda la selección de fútbol de Panamá. Ustedes hacen patria, cada vez que se esfuerzan en los entrenamientos, en sus sacrificios por estar preparados cada vez que entran a la cancha como equipo para sudar la misma camiseta, haciendo vibrar a esa marea roja, donde todos los panameños nos hacemos un mismo corazón: PANAMA. Gracias por unir a nuestra nación, gracias por ser ejemplo para miles de niños y jóvenes, gracias por dejar en grande a nuestro país. 

De acuerdo a una larga, noble y hermosa tradición, cada tres de noviembre las puertas de nuestra Iglesia se abren nuevamente para acoger como siempre a los hijos e hijas de esta tierra panameña quienes, encabezados por nuestras autoridades aquí presentes, quieren orar y entonar un canto de Acción de Gracias al Padre Dios, por Jesucristo en el Espíritu Santo, al conmemorar los 113 años de vida independiente y soberana de nuestra República.

Hoy es el día en que Panamá ruega a Dios por Panamá. Porque desde 1903, hombres y mujeres intuyeron que la patria, su grandeza, su libertad y su unidad, son al mismo tiempo tarea humana y don divino.

Así ha sido desde la llegada de la fe a este Istmo. Por ello, la historia de la Nación Panameña se ha escrito paralela a la de la Iglesia. Fue aquí donde se instituyó la primera diócesis de Tierra Firme: Santa María La Antigua.

En este día de la Patria, Panamá comienza sus festejos con una plegaria, en la que ponemos a Panamá en las manos de Dios. Confiar en Dios no significa abdicar de la propia responsabilidad en la construcción de la historia. Significa hacer la historia junto con Dios, interpretar en ella sus designios y ser protagonistas de la construcción del reino en la Tierra.

Deseamos compartir con ustedes unas reflexiones con amor verdadero, con una intensa pasión por nuestro pueblo, proponiendo la visión de persona y sociedad derivadas del Evangelio. Sabemos que el Evangelio de Cristo ha sido anunciado para la felicidad de todos y para ir alcanzando la plenitud humana. “La gloria de Dios consiste en que su creación preferida, el ser humano, tenga vida en plenitud, desarrollando sin cesar la imagen misma de Dios impresa en lo más íntimo de su ser”.

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Panamá: Problema y Posibilidad

Las Fiestas Patrias nos hacen renacer el sentimiento patriótico, un deseo de amar y servir mejor a nuestro país. Pero parece que este fervor se diluye con el tiempo. El amor a la Patria demanda que la aceptemos como es, “Panamá: Problema y Posibilidad”. Así no caeremos en los extremos peligrosos que amenazan al alma panameña: el triunfalismo y la desesperanza.

Hay quienes únicamente se recrean con el pasado, ignoran que el Panamá, el verdadero Panamá, es todavía un problema. Y hay quienes caen en la amargura, en el pesimismo, en el desencanto; ignoran que Panamá es aún una posibilidad. Problema es, en efecto y por desgracia; pero también, felizmente, posibilidad.

Es cierto que nuestro querido país muestra un rostro herido por la desunión, la corrupción que incluso ha afectado nuestra imagen internacional; por la violencia y la inseguridad; por el consumismo, el egoísmo, la frivolidad y la injusticia; por los niveles de pobreza escandalosa donde pocos tienen mucho y muchos tienen poco. Esto a muchos les hace ver un futuro incierto, sin ninguna posibilidad de cambio.

Sin embargo, a pesar de estos y otros problemas, tenemos el Panamá que es más grande que estas dificultades. Basta ver nuestra rica historia y cultura, impregnadas de valores, de una Patria de hombres y mujeres que han marcado no solo la historia nacional sino también internacional. Somos parte de esa generación que vive con pasión y honestidad el compromiso con su Patria.

 

Aplicar la ética a la política: ¡No a la corrupción!

¿Qué nos hace falta para cambiar esta realidad? Primero reconocer que somos parte del problema y a la vez parte de la solución. Y este examen nos lo debemos hacer todos: los responsables en el Ejecutivo, los que imparten justicia, los diputados y partidos políticos; los estamentos de seguridad, empresarios, sindicatos, las iglesias, las autoridades todas y ciudadanos de a pie. No podemos seguir mirando para otro lado, ignorando nuestra responsabilidad de generar los cambios que necesita el país.

Como enseña el Papa Francisco, venga de donde venga, la corrupción es un pecado grave y una pendiente resbaladiza en que la gente podrida se hunde cada vez más, porque es como una droga. El corrupto no conoce lo que es la fraternidad, la justicia o la amistad, sino sólo la complicidad, ya que busca siempre implicar a otros en su propia corrupción. La corrupción como mal es particularmente difusiva; y añade el Papa: «Quien lleva a casa dinero ganado con la corrupción, da de comer a sus hijos pan sucio».

El Papa Francisco con palabras duras pero necesarias denunciaba: “Los corruptos están por todas partes. Y tenemos que decir la verdad: la corrupción es precisamente ‘el pecado a la mano’ que tiene aquella persona con autoridad sobre los demás, sea económica, sea política, sea eclesiástica. Todos somos tentados a la corrupción…”  “Y, ¿quién paga la corrupción? La corrupción la paga el pobre, la pagan los hospitales sin medicinas, los enfermos que no tienen cuidados y atención espiritual, los niños sin educación y sin catequesis”.

Queridos hermanos y hermanas, urge que volvamos a recuperar la ética y la moral como medidas para nuestras actuaciones. Sin fundamentos éticos no solo la democracia corre el riesgo de deteriorarse, sino que podemos entrar en una peligrosa espiral de desencuentros y enfrentamientos fruto de la desilusión y de la rabia ciudadana.

Un antídoto contra la corrupción es el servicio. Tener una vida de servicio es lo que verdaderamente engrandece a la persona humana y no lo contrario. El verdadero poder, la verdadera influencia, se ejerce en la medida en que somos capaces de exhibir un estilo de vida sencillo, cercano, de donación y entrega a los demás, especialmente a los más pobres, a semejanza del Señor Jesús quien no vino a ser servido sino a servir, y quien se presentó a sí mismo como Aquel que sirve.

Tengamos muy presente que la Patria no es finca sino heredad que hay que saber acoger, proteger y engrandecer; es bien común y, como tal, no sólo don sino también responsabilidad.

Los medios de comunicación social

Haciéndonos eco de la oración del Santo Padre para el mes de octubre de 2016  “Para que los periodistas, en el ejercicio de su profesión, estén siempre motivados por el respeto a la verdad y un fuerte sentido ético”, también hacemos un llamado a los medios de comunicación social para que amen a Panamá ejerciendo con responsabilidad su importante función de comunicar la verdad. El derecho a la libertad de prensa debe ser garantizado y con ella el derecho a la expresión y a la opinión, pero las informaciones en su contenido deben siempre responder a la verdad y hacerse en el respeto a la justicia y con caridad. La verdad debe ser la fuente y el criterio de la libertad en la información. San Juan Pablo II enseñaba: “El que considera verdadero lo que es falso no es libre; el que afirma lo falso, manteniéndolo como verdadero, no es leal, y se puede faltar al respeto a la verdad tanto diciendo positivamente lo que es falso, como diciendo sólo una parte de la verdad, callando intencionadamente la otra”.

Queridos comunicadores: Su misión es noble y fundamental en estos momentos de la historia para el país.

 

Sanar a Panamá,  fortaleciendo los valores

San Juan Pablo II dijo en su momento: “Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto”. Defendamos el valor de la familia fundada en el matrimonio entre un varón y una mujer; fortaleciéndola como la célula básica y vital de la sociedad que es, y como la primera responsable de la educación de los hijos.

Un Panamá herido en la familia no tiene futuro. Mucho de la crisis que vivimos hoy, y que tiene en la inseguridad ciudadana una de sus expresiones más dramáticas, se superará si conservamos y fomentamos la verdadera fisonomía de la familia.

La familia es la primera sociedad natural. Ella es anterior al Estado y la función de éste debe ser garantizarle sus derechos y deberes y no desestructurarla mediante leyes relativistas e inmorales que la exponen al daño de ideologías que la llevan a una crisis.

Cuando la integridad y la estabilidad de la vida familiar se fortalecen, otro tanto sucede con la integridad y estabilidad de la Nación. La familia fundada en el matrimonio tiene dos valores esenciales para toda sociedad y para toda cultura: la estabilidad y la fecundidad. En cuanto a su estabilidad, la familia mantiene cohesionada a la sociedad. En cuanto a su fecundidad en la generación y educación de los hijos, la familia permite que la sociedad se proyecte en el tiempo y es garantía para mantener todo lo bueno que el hombre es y hace, y que se expresa en la cultura.

 

La Patria que acoge a los otros

Quiero también hablarle a quienes este Panamá ha acogido como sus propios hijos nacidos desde sus entrañas, a aquellos que en los últimos años han llegado a nuestro país dejando atrás a su tierra natal por distintas razones, para aportar al desarrollo de este país.

Comparto la visión del Papa Francisco al decir  que “un refugiado, un inmigrante que no esté bien integrado, se convierte en un gueto. Y que una cultura que no se desarrolla en relación con las demás culturas, es algo peligroso”. Y afirma muy atinadamente que: “No se puede cerrar el corazón a un refugiado. Pero, aun estando abiertos a recibirlos, lo gobiernos deben ser prudentes y prever cómo instalarlos. No se trata solamente de recibir refugiados, sino de considerar como integrarlos.

Hermanos y Hermanas: Ustedes que han sido recibidos en este territorio, también, como expresión de gratitud deben sentir a esta Nación como parte de su ser. La Patria es un sentimiento que se lleva a todas partes. Sientan con nosotros ese amor de hermanos, respetando y valorando a este pueblo, que por tradición es acogedor, amable y hospitalario. Panamá es su segunda Patria, ustedes ya son parte de ella.

 

Llamado a vivir la misericordia

La celebración de las Fiestas Patrias, en el contexto del Año Extraordinario de la Misericordia que estamos viviendo por deseo del Papa Francisco, es una oportunidad para renovar nuestro amor a la tierra que nos vio nacer. Es un tiempo adecuado para unirnos, identificarnos y abrir múltiples posibilidades de mutua colaboración, superando cualquier tipo de dificultades. Nos hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, y que vale la pena ser responsables, honestos, justos, generosos y buenos.

El Evangelio que acabamos de proclamar nos da luces sobre cómo hacerlo. A ejemplo de  Zaqueo, seamos capaces de aceptar el daño que le hicimos y le seguimos haciendo al país  no solo en lo económico, sino también en lo moral y lo espiritual.

Que este Jubileo de la Misericordia, en el que estamos llamados a perdonarnos, a perdonar, a cruzar la puerta Santa como signo de conversión, para reconciliarnos con nosotros mismos, con los hermanos, con la naturaleza y con Dios, nos permita salir al encuentro de todos los panameños sin excepción, para gestar una cultura del diálogo, la solidaridad y la fraternidad.

Siendo el tres de noviembre una fecha importante en nuestra relación con Colombia hacemos votos para que el diálogo franco y sincero que invocó el Papa Francisco por nuestros hermanos de Colombia y también en Venezuela puedan lograr acercamientos que permitan superar la grandes diferencias que sufren en la actualidad.

Que Santa María La Antigua, quien nos ha acompañado desde los albores de nuestra historia, interceda por nosotros e ilumine nuestras conciencias y, bajo su manto protector, nos dispongamos con prontitud a servir mejor a nuestra Patria: Panamá. Que así sea. Amén.

 

†  JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ