PANAMÁ. 1 DE JUNIO DE 2020. En el día de Pentecostés, Francisco bendijo una ambulancia puesta a disposición por la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano para ayudar a los necesitados. La Limosnería Apostólica la utilizará para sus actividades caritativas.
Puedes morir en la calle porque eres un «ciruja» y por lo tanto no tienes el grado de higiene personal para merecer socorro. No es el inicio de una ficción, sino el drama real experimentado por Modesta Valenti, una anciana sin hogar que, el 31 de enero de 1983, padeció una enfermedad tras una noche fría cerca de la estación de Termini, en Roma, cuando la ambulancia que llamó para que la ayudase se negó a hacerlo porque, según los paramédicos, Modesta tenía piojos…
El cardenal Konrad Krajewski, el limosnero apostólico, recuerda el episodio de Modesta -a quien Roma ha dedicado una calle- para anunciar el inicio del servicio de la «Ambulancia para los pobres de Roma», bendecida ayer por el Papa antes de celebrar la misa de Pentecostés y confiada a la Limosnería «en favor de los más pobres, sin hogar que viven la dureza de la calle y buscan refugio alrededor del Vaticano.
La ambulancia se dedicará únicamente al servicio de los más pobres y consolidará todas las actividades caritativas de la Limosnería Apostólica, que ya cuenta con la «Clínica ambulante móvil», que se utilizaba principalmente para llevar atención a los marginados de las periferias de Roma, y el Sanatorio Madre de la Misericordia, querido por el Papa bajo la columnata de San Pedro como punto de primeros auxilios para los sin techo.