PANAMÁ. 30 DE MAYO DE 2020. En la Solemnidad de pentecostés, el Papa Francisco escribe una carta a los sacerdotes de la Diócesis de Roma ante la cantidad de emails y llamadas que ha recibido durante estos meses de cuarentena y confinamiento por el coronavirus.
Durante este tiempo de pandemia, muchos sacerdotes de la Diócesis de Roma han contactado al Santo Padre por correo electrónico o por teléfono para compartir con él lo que significaba esta situación inesperada y desconcertante… el Papa pone de relieve como “el distanciamiento social no impidió fortalecer el sentido de pertenencia, de comunión y de misión”, algo – asegura – que les ayudó “a garantizar que la caridad, especialmente con las personas y comunidades más desfavorecidas, no fuera puesta en cuarentena”.
Francisco les comunica que les escribe “mirando la primera comunidad apostólica, que también experimentó momentos de confinamiento, aislamiento, miedo e incertidumbre”.
Asegura que se trata de una carta que ha escrito con la esperanza de que les ayude en el camino del servicio a los hermanos y les sirva a “amarles y servirles más” porque como sacerdotes, hijos y miembros de un pueblo sacerdotal, “nos corresponde asumir la responsabilidad del futuro y proyectarlo como hermanos”
Además, explica que “Su presencia” en medio del aislamiento y ausencias forzadas “anuncia, para los discípulos de ayer como para nosotros hoy, un nuevo día capaz de cuestionar la inmovilidad y la resignación y de movilizar todos los dones al servicio de la comunidad”.
Al final de su carta, el Papa señala que es Él, desde su costado herido, “una señal de cuán dura e injusta se vuelve la realidad, para empujarnos a no darle la espalda a la dura y difícil realidad de nuestros hermanos” y pide que “nos enseñe a acompañar, sanar y vendar las heridas de nuestro pueblo…
pide que se dejen “sorprender” por el Pueblo fiel y sencillo, muchas veces probado y desgarrado, pero también visitado por la misericordia del Señor: Dejen que la Pascua, que no conoce fronteras, nos conduzca creativamente a lugares donde la esperanza y la vida están luchando, donde el sufrimiento y el dolor se convierten en un espacio propicio para la corrupción y la especulación, donde la agresión y la violencia parecen ser la única salida”.