COMUNICADO – “Firmes en la esperanza cristiana para salir de la pandemia y reconstruir un mejor Panamá”

COMUNICADO – “Firmes en la esperanza cristiana para salir de la pandemia y reconstruir un mejor Panamá”

Gratitud por el sacrificio de los trabajadores
Los obispos panameños, en el marco de la festividad de San José Obrero y que coincide con el Día del Trabajo, queremos hacer un reconocimiento y expresar nuestra profunda gratitud a todos los trabajadores, las trabajadoras, y sus familias, particularmente a los miles que han sido cesados o afectados sus ingresos por la pandemia. De manera particular nuestro testimonio agradecido va para el personal de salud, los estamentos de seguridad y otras instituciones públicas y privadas, quienes en medio de esa pandemia del Covid-19 han demostrado su vocación de servicio y entrega al prójimo.

Colocamos en el altar de Dios a todos los trabajadores que han fallecido en su misión de combatir el coronavirus, y oramos por aquellas personas que fueron afectadas y que ahora descansan en el Señor.

Reconstruir un mejor Panamá
El Covid-19 ha mostrado a la humanidad que íbamos por el camino equivocado, el camino de la autodestrucción. Este alto obligado en nuestras vidas debemos aprovecharlo para replantearnos dónde está la verdadera felicidad, la verdadera democracia, los verdaderos y fundamentales derechos humanos.

Vivíamos en la vorágine de un mundo donde el placer, el individualismo, el hedonismo, y el dinero marcaban las actuaciones individuales, las políticas nacionales e internacionales. Todo basado en una economía deshumanizante, en lo que todo vale, hasta la corrupción.

Afirma el Papa Francisco que «la corrupción es quitar al pueblo. La persona corrupta que hace negocios corruptos o que gobierna de forma corrupta, roba al pobre. Las víctimas son los pobres». Ningún sector de la sociedad ha escapado de esta pandemia: ni el gobierno, las Iglesias, las empresas, las organizaciones sociales, los partidos políticos, las personas. Este es el virus mundial que ha exterminado de manera constante vidas humanas y ha empobrecido a grandes sectores de la población negándoles así derechos básicos y fundamentales.

Como pastores de esta Iglesia en Panamá hemos escuchado los gritos de desesperación de quienes no encuentran solución a lo más básico: la salud, la alimentación, la vivienda, el agua, o contar con un recurso mínimo para su sustento y sobrevivencia.

Esta es una de las razones que motivó la firma del convenio entre la Conferencia Episcopal Panameña y la Contraloría Nacional -aún a riesgo de ser criticados- para hacer una auditoría social, con el objetivo de propiciar que los ciudadanos y ciudadanas tomen conciencia de la importancia de la vigilancia de los recursos públicos para el bien común; en esta ocasión, la veeduría de la entrega del bono solidario y las bolsas de alimentos, a las familias verdaderamente necesitadas.

Es una oportunidad para la promoción y el compromiso social de gente de buena voluntad, para que eviten la instrumentalización de la necesidades del pueblo, el clientelismo y el oportunismo. Estar vigilantes de las actuaciones de las autoridades es parte del compromiso evangélico, no como “piedra en el zapato”, sino como señal y luz que indiquen el camino correcto.

Cada persona debe ser dignificada cuando se le pretende ayudar, ofreciendo mecanismos que le permitan aportar a mejorar su condición de vida. Esto es válido para los subsidios que ofrece el gobierno, las ayudas de las Iglesias, y las organizaciones no gubernamentales.

Hay urgencia de un cambio radical en el comportamiento de las autoridades, gobernantes, ciudadanos, y todos en Panamá. “Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en ‘los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad’. El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural y ‘tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado’”. (Laudato Si’).

Hacemos una invitación urgente para establecer un proceso amplio de consulta y participación para acordar los nuevos términos que deben orientar la acción del Estado y de la sociedad en su conjunto. Un proceso determinante para que esa nueva normalidad sea el resultado de la aspiración de todos los hombres y mujeres que están cansados de lidiar con la indiferencia de quienes están obligados a proteger la vida humana y el bien común. De ciudadanos que aspiran a vivir con dignidad y en un ambiente en el que impere la paz social.

Un proceso en donde no solo cuente la opinión de los especialistas, sino de aquellos que desde la cotidianidad desarrollan las más creativas e inteligentes estrategias de sobrevivencia. Un proceso en el que los dirigentes de todos los poderes públicos y privados den paso a decisiones que partan del conocimiento de lo que vive la gente y no de cómo se supone que deben vivir las personas. Solo así haremos una gran diferencia y daremos un paso significativo.

Cristo es nuestra fuerza y María nuestra compañera
Los cristianos estamos llamados a contagiar a nuestro pueblo de la verdadera esperanza: Cristo Resucitado en la que ponemos nuestra fe y confianza. Él padeció en la cruz por amor a cada uno de nosotros, y por amor Resucitó. Asumamos “la cruz de la cuarentena” por amor a mi familia, esposa, hijo, abuela, tío, hermano, esposo, por todos los seres queridos y por nosotros mismos. Así como resucitados en Cristo, saldremos victoriosos de este tiempo de oscuridad.

Cristo es nuestra fuerza y la Virgen María nuestra compañera de camino en tiempos de luz y de sombras. No tengamos miedo, no estamos solos, Ellos están con nosotros.

Panamá, 1 de mayo de 2020

COMUNICADO CEP