COMUNICADO DE LA DIÓCESIS DE COLON-KUNA YALA – Lloramos y oramos por la muerte de nuestros jóvenes

COMUNICADO DE LA DIÓCESIS DE COLON-KUNA YALA – Lloramos y oramos por la muerte de nuestros jóvenes

«Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad
por vosotras y por vuestros hijos». Lucas 23, 27 – 28

Nuestra Diócesis del Colón – Kuna Yala sufre, ha sido atravesada nuevamente por la espada de la violencia que les ha quitado la vida a siete jóvenes panameños, este viernes 17 de julio.

No podemos mantenernos sólo con el impacto de la noticia, hay que afrontar la realidad. Tenemos que implicarnos y comprometernos a combatir la violencia y el crimen que envuelven a nuestros niños y jóvenes, convirtiéndolos en víctimas y victimarios.

Como provincia, como país, tenemos que esforzarnos para que las cosas cambien, para que el mal sea abatido y se haga justicia.

Los violentos nos han arrancado la vida de siete jóvenes. La indiferencia no es una opción, más allá del morbo, hay que tomar medidas serias. Las autoridades deben responsablemente esclarecer estos asesinatos y llevar a los responsables ante la justicia y encontrar el mecanismo para prohibir y sancionar a quienes divulgan los videos de estos hechos y ser sancionados. Entendamos que estos jóvenes son personas que merecen respeto y preservar su dignidad; por ellos y sus familiares.

Cada vez que suceden estos actos, muestra el fracaso de nuestra sociedad, de las autoridades y de las Iglesias, que no hemos sido capaces de frenar los males que afectan a nuestra niñez y juventud colonense. Vivimos secuestrados por aquellos que se imponen con el poder de las armas y del dinero. Tal vez nuestro silencio nos ha hecho cómplices, pues nuestra indiferencia ha permitido que el crimen organizado y la violencia se adueñen de nuestra sociedad y de sus instituciones.

La Iglesia quiere llorar para que la sociedad también recupere su capacidad de llorar, para que sea más madre, una madre solidaria con sus hijos, que se desgarra al recordar a los jóvenes que han muerto por la miseria y la violencia. Esa madre que no solo llora sino que actúa, protege y defiende a sus hijos, que permanece fiel hasta que los haga ciudadanos de bien.

Oramos por estos jóvenes masacrados, por sus madres y familiares, e incluso por los violentos, para que el Dios de la Vida, haga que se avergüencen, se arrepientan y se entreguen a la justicia por el dolor causado.

Ciudad de Colón, 18 de julio de 2020